Atafona la antigua ciudad turística brasileña que se la tragó el mar Latinoamérica
Atafona la antigua ciudad turística brasileña que se la tragó el mar Latinoamérica

Atafona se está convirtiendo en un pueblo fantasma. La otrora ciudad que fue una vez destino popular para los turistas de la vecina ciudad de Campos dos Goytacazes, está desapareciendo bajo el agua por el implacable aumento del nivel del mar.

Los turistas llegaron en masa a medida que se establecía una afluencia de casas de vacaciones, hoteles e instalaciones recreativas a lo largo de las costas arenosas del complejo, prometiendo fines de semana fuera e interminables días soleados en la costa atlántica, reseñó Clarín.

«Sería terrible perder esta casa, porque guarda tantos recuerdos de toda mi familia», dice João Waked Peixoto, un residente cuya casa pronto se perderá en el mar.

Caminando entre los escombros de lo que alguna vez fue la casa de su vecino, mira lo que queda: la sombra de una habitación llena de revistas rotas, una bicicleta oxidada y otros restos de vida.

El abuelo de Peixoto construyó su casa como casa de vacaciones, pero ahora parece inevitable que se la trague el mar.

«¿Cuándo tendremos que irnos? Eso es desconocido», dice.

«El mar ha avanzado tres o cuatro metros en 15 días. Nuestro muro podría no durar hasta la próxima semana».

Ya en la década de 1960, los signos de erosión costera eran evidentes en Atafona.

El complejo está ubicado al lado de un estuario importante, una convergencia entre el río y el mar donde la creciente presión de las mareas puede conducir a una mayor degradación de la tierra.

Esto se suma a los efectos dramáticos del cambio climático, que ha visto un aumento de 20 centímetros en el nivel global del mar desde principios del siglo XX.

Solo en Atafona, el océano Atlántico avanza una media de seis metros al año, lo que provoca la ruina y la devastación de los lugareños que poseen propiedades a lo largo de la costa del complejo.

Un total de 14 bloques y 500 casas ahora se han perdido en el mar, convirtiendo la costa que alguna vez fue idílica en un cementerio submarino.

“No puede quedarse como está”, dice Verónica Vieira, presidenta de la asociación SOS Atafona, un proyecto vecinal destinado a sensibilizar sobre los problemas que enfrenta la comunidad costera.

“Es una ciudad abandonada, un apocalipsis. Simplemente me dan ganas de llorar».

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