¿Por qué el diálogo de Colombia con el ELN esta vez es diferente? Reportajes & Investigación
El reinicio de las negaciones entre el Gobierno de Colombia y la guerrilla del Ejército de Liberación Nacional (ELN), en Caracas, marca un nuevo hito en la dilatada historia de diálogos fallidos, que ya lleva más de 30 años.
«Esperamos no fallar», dijo el líder guerrillero Pablo Beltrán. No fueron palabras gratuitas, ya que no es la primera vez que se intenta un acuerdo de paz con el ELN, pero hasta ahora diversos obstáculos han truncado una resolución satisfactoria para las partes, reseña RT.
Cambios de Gobierno, acciones violentas de la guerrilla, presiones políticas y la actuación del paramilitarismo, son solo algunos de los escollos que se ha acumulado a lo largo de la historia para impedir una efectiva pacificación con un grupo insurgente que se alzó en armas el 4 de julio de 1964.
Fue en 1991, durante la administración del entonces presidente de Colombia, César Gaviria, cuando se abrieron los primeros canales de diálogo con el grupo insurgente. La iniciativa surgió en un momento en que el país padecía una cruenta ola de violencia social y política, propiciada por la guerrilla y el narcotráfico.
Las negociaciones comenzaron en Caracas, pero después se trasladaron a México. En la mesa participaron la Coordinadora Guerrillera Simón Bolívar, creada en 1988, con la participación de miembros de las extintas Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC), el ELN y el llamado Ejército Popular de Liberación (EPL).
No obstante,los diálogos se vieron truncados al año siguiente por el fallecimiento del exministro Argelino Durán Quintero, mientras se encontraba secuestrado por el EPL.
Bajo el Gobierno de Andrés Pastrana se retomó el esfuerzo para lograr la pacificación. A principios de 1998, la vía elegida fue el preacuerdo de Viana, firmado por voceros del Gobierno y líderes del ELN en Madrid.
Ese pacto estableció un cronograma de reuniones preparatorias, pero el contenido del acuerdo se filtró a la prensa y después se produjo la muerte del máximo comandante del ELN, el cura español Manuel Pérez Martínez. Ambos hechos sellaron el estancamiento de los diálogos.
Meses después, se firmó el llamado acuerdo de Puerta del Cielo. Durante ese proceso, representantes de la sociedad civil y el Comité Nacional de Paz se reunieron con los líderes guerrilleros del ELN, Pablo Beltrán y Milton Hernández, en Alemania, para la conformación de un comité que explorara la posibilidad de que la guerrilla parara la práctica de los secuestros y los atentados contra los oleoductos.
Ese mismo año, el Gobierno de Pastrana reconoció el carácter político del ELN y dio luz verde a los preparativos para la realización de una Convención Nacional, con participación de la sociedad civil.
En 1999, ambas partes plantearon la posibilidad de abrir una zona en el sur de Bolívar para la realización de los diálogos. Las conversaciones de ida y vuelta se dieron en Caracas, pero en abril, el ELN perpetró el secuestro de un avión de pasajeros y, un mes después, retuvo ilegalmente a 143 personas en una iglesia, lo que motivó al Gobierno a paralizar las negociaciones.
A finales del año, se reanudaron los contactos en Cuba, mientras parte de la sociedad –y de los líderes paramilitares– presionaban para boicotear los encuentros en la zona de despeje del sur de Bolívar.
En el 2000, la creación del grupo de países amigos y facilitadores, integrado por Cuba, Francia, España, Noruega y Suiza, fue parte del esfuerzo internacional para darle empuje a la nueva etapa. No obstante, el secuestro de 18 personas por parte del ELN, de las cuales tres murieron, volvió a enturbiar los acercamientos. En octubre siguiente, ambas partes pusieron sobre la mesa un acuerdo para la sustitución de cultivos.
La liberación de los retenidos dio paso a un reglamento sobre el funcionamiento de la zona de encuentro del sur de Bolívar, que chocó con la férrea oposición en el lugar de Carlos Castaño, el comandante de las llamadas Autodefensas Unidas de Colombia (AUC), un sanguinario grupo paramilitar que se convirtió en actor clave del conflicto armado.
Al año siguiente, cuando parecía que era posible el avance, el ELN alegó incumplimiento de los acuerdos por parte del Gobierno, en vista de la presencia de las AUC en la zona de despeje, así como de las FARC. A juicio de esa organización guerrillera, no había condiciones para dialogar. En septiembre de 2001, pese a los esfuerzos, se dan por terminados las negociaciones.
En el Gobierno de Álvaro Uribe (2002-2010) hubo acercamientos con el ELN, las FARC y las AUC para intentar llegar a un acuerdo de cese al fuego.
En el caso del ELN, se realizaron conversaciones exploratorias entre los guerrilleros y la administración uribista. Entre 2005 y 2007, ambas partes dialogaron en Cuba y Venezuela, con el apoyo de Hugo Chávez y de los Gobiernos de Suiza, España y Noruega.
El proceso avanzó con un acuerdo base que incluyó el cese al fuego y hostilidades, la suspensión nacional de las retenciones y la liberación de retenidos por parte del ELN. No obstante, la inamovible postura del Gobierno uribista, que negó la existencia de un conflicto armado de gran escala, fue uno de los factores que tiraron por la borda las conversaciones preliminares, sumado a las negociaciones iniciadas por el Gobierno con los paramilitares de las AUC.
Con el Gobierno de Juan Manuel Santos (2010-2018) se reanudaron los diálogos exploratorios y se instaló una agenda para la instalación de una mesa pública. El proceso se detuvo en un inicio porque el ELN no aceptó el requisito de entregar a los rehenes en su poder.
Para el 7 de febrero del 2017, la mesa de conversaciones finalmente se instaló en Quito, tras la liberación del excongresista Odín Sánchez Montes de Oca. Sin embargo, el 28 de enero del 2018, Santos suspendió el ciclo de diálogos de paz por una serie de atentados atribuibles al ELN en la Costa Atlántica, que dejaron seis policías y dos civiles fallecidos.
Santos suspendió el ciclo de diálogos de paz por una serie de atentados atribuibles al ELN en la Costa Atlántica, que dejaron seis policías y dos civiles fallecidos.
Posteriormente, el gobierno del presidente Iván Duque (2018-2022) no fue un promotor de los diálogos con el ELN, aunque cualquier atisbo de iniciar negociaciones fue desechado el 17 de enero del 2019, tras el atentado perpetrado por el grupo guerrillero contra la Escuela de Cadetes Francisco de Paula Santander, en Bogotá, que dejó 23 muertos y un centenar de heridos.
A más de tres décadas de negociaciones fallidas, el Gobierno de Gustavo Petro espera concluir satisfactoriamente los diálogos con los jefes del ELN para encontrar una salida a la violencia que vive Colombia.
El proceso, que se reanudó formalmente esta semana, casi coincide con la fecha de la firma del acuerdo firmado entre el Gobierno de Santos y la guerrilla de las FARC, en 2016.
De momento, la actitud del ELN es optimista. Según Beltrán, en una entrevista publicada el jueves por El País, este nuevo proceso es «distinto» a los anteriores porque el Gobierno de Gustavo Petro «ha manifestado públicamente que va a hacer un trabajo por sacar adelante una paz verdadera y definitiva«.
La apuesta de Petro por lo que ha denominado la ‘paz total’ es un punto de encuentro con los actuales líderes de la guerrilla. Sobre la mesa, mientras tanto, están seis puntos principales que entrarán en la negociación:
En esta oportunidad, la agenda reconoce los avances logrados en negociaciones anteriores, los países garantes son rostros familiares para las partes y se acumula la experiencia de un acuerdo de paz alcanzado con las FARC. Pero la diferencia sustancial, al menos en el plano político, es que el promotor directo del acuerdo es Petro, el primer presidente de izquierdas en la historia de Colombia y un hombre que militó en la primera guerrilla que bajó el fusil para creer en el voto, en 1990.
La duración de las negociaciones es todavía una incógnita. Sin embargo, Beltrán tiene claro que la semilla para el acuerdo ha caído en tierra fértil. «Esperamos que el cuarto de hora que significa el Gobierno del presidente Petro lo aprovechemos para avanzar hasta donde nos sea posible. Eso sí, nos sentamos acá y hay que construir a partir de los avances que ya hay, y no comenzar de cero», dijo a El País.
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