'Narcolombia', la exposición que habla de la cultura del narco en Colombia Reportajes & Investigación
Que Colombia sea el mayor productor de cocaína del mundo no es algo oculto. A diario los medios dan cuenta de las acciones violentas de los grupos armados para tener el control territorial y las plataformas de entretenimiento ofrecen programas sobre la vida de capos colombianos, el tráfico internacional de drogas y abundantes ficciones sobre la mafia. Bienvenidos a ‘Narcolombia’.
En esa saturación de informaciones sobre esa realidad ineludible del país suramericano se suele hacer énfasis en las consecuencias y poco se habla del andamiaje que está detrás y de los cambios culturales que ha generado el narco.
Una manera alternativa de acercamiento a este fenómeno que ha generado décadas de dolor, debate y controversia se ofrece a quienes visiten la exposición ‘Narcolombia’ tanto en la Universidad de los Andes, en Bogotá, como su sitio web.
Allí el espectador puede encontrarse con abundante material bibliográfico, hemerográfico, visual y audiovisual, además de contenidos de las redes y objetos sobre el tema. Lamuestra tiene la curaduría de Paula Leuro, Andrea Infante, Omar Rincón, X Andrade y Lucas Ospina.
Para hablar de la propuesta, RT entrevistó a Andrade, quien tiene un doctorado en Antropología en la New School for Social Research de Nueva York y que coordina el Laboratorio de la Imagen de la Facultad de Ciencias Sociales de la Universidad de los Andes, donde se exhibe ‘Narcolombia’.
Este proyecto fue el ganador de la convocatoria interdisciplinar de la Vicerrectoría de Investigación y Creación 2017, presentado por Rincón, Andrade y Ospina.
Al llegar a la exposición virtual hay una serie de símbolos que invitan al internauta a adentrarse en ‘Narcolombia’. La imagen de Benjamin Franklin del billete de cien dólares dice: «Sí, por arte de mafia», mientras en una máquina traganíqueles aparece el rostro del capo del narcotráfico Pablo Escobar, hojas de marihuana, bolsas de cocaína, una medalla de la virgen del Carmen y unos agujeros de bala. Todo custodiado por los rinocerontes del zoológico personal del narcotraficante que se han convertido en una amenaza ambiental por su reproducción descontrolada fuera de su entorno.
Más adelante hay un collage de personajes conocidos dentro de la vida colombiana entre los que se encuentran expresidentes, narcotraficantes, periodistas, políticos, ‘influencers’ y los propios curadores de la muestra. Se lee: «Bienvenido al club«. A partir de allí las posibilidades son innumerables y se abarcan temas como los narcocorridos y un repaso por los titulares de prensa donde se refleja la violencia producto de la acción de los carteles de la droga entre los años 80 y 90.
En una recreación visual del laboratorio de cocaína hallado en la finca del embajador de Colombia en Uruguay, Fernando Sanclemente, se reseñan informaciones de corte sensacionalista relacionadas con incautaciones de droga escondidas en imágenes religiosas, la detención de unas falsas monjas que traficaban cocaína y el camuflaje de estupefacientes en frutas.
Otro de los temas que se abordan es el derroche que hacen los narcotraficantes del dinero producto de sus actividades ilícitas y su gusto por las costosas construcciones ornamentales, el coleccionismo de piezas de arte y objetos caros, animales exóticos, autos de alta gama, entre otros. Además, se destina un espacio para las intervenciones quirúrgicas con fines estéticos y los escándalos donde el narcotráfico se ha visto vinculado al mundo de la política y el espectáculo.
En la exhibición se plantea un abordaje poco explorado del tema, más allá del enfoque de la prensa y de los noticieros que suele centrarse en producción de cocaína, la violencia, la acción de los cuerpos de seguridad del Estado y de las organizaciones armadas ilegales.
La muestra ofrece «una mirada nueva sobre los fenómenos estéticos desatados por el narco desde el arte, la antropología y la comunicación». En opinión de Andrade, este ángulo «no ha sido suficientemente estudiado» en el país, «a pesar del boom de las industrias culturales que han ‘glamorizado’ lo narco sin tomar en cuenta una perspectiva crítica».
Al hablar de la estética narco, la definición es amplia y pueden distinguirse varios niveles que van desde el cuerpo femenino, «a través de la cirugía plástica y cánones de belleza que se han impuesto gradualmente, hasta las relaciones entre élites políticas y carteles a través de formas de financiamiento de campañas y el lavado de dinero».
Entre las imágenes que desvelan esas relaciones puede verse un afiche del presidente Iván Duque y el exmandatario Álvaro Uribe abrazados con el fallecido narcotraficante José Guillermo Hernández Aponte, alias ‘Ñeñe Hernández’, quien estaría relacionado con la compra de votos para favorecer al candidato del uribismo a las presidenciales de 2018.
En la introducción de esta exposición se afirma que lo narco «no es solo un tráfico o un negocio» sino principalmente «un estilo, una estética, una ética» que «se imbrica con la cultura y la historia de Colombia».
Andrade, coautor junto a Ospina y Rincón del libro ‘Narcolombia, una línea de investigación sobre estética y narcotráfico en Colombia’, afirma que otra forma de acercamiento al narco es tratando de buscar relaciones y contextualizándolas. «No solamente en el campo de producción cultural, que se refiere, por ejemplo los narcocorridos, sino cómo estos han sido utilizados política y estéticamente».
Al hablar de la moda, por ejemplo, manifiesta que se incluyeron los trajes de ‘La monita retrechera’, cuyo nombre es Elizabeth Montoya, «un personaje clave de enlace entre el financiamiento de la campaña de Ernesto Samper en los 90 y los carteles», en el llamado Proceso 8.000.
Según una imagen presente del libro, a Montoya, que fue intermediaria entre narcotraficantes y políticos, se le incautaron 248 pares de zapatos de diseñador, 278 blusas, 105 abrigos, 70 conjuntos, entre otros, que sumaban más de 1.500 piezas.
Sobre si ‘Narcolombia’ es una exposición incómoda, Andrade afirma que «no podría dejar de serlo» porque se explora la relación entre política y narcotráfico «para ‘desescobarizar’ el debate», con referencia a Pablo Escobar, que ha sido el símbolo desde hace décadas del narcotráfico en Colombia y cuya imagen ha dado pie a innumerable cantidad de informaciones y ficciones.
«En vista del carácter complejo que tiene lo narco y el legado violento que tiene en Colombia, es evidente que esta muestra puede resultar incómoda para ciertos sectores», asevera.
Sobre el impacto que pudiera tener para un público extranjero, considera que puede ser entendida en otros países porque «el fenómeno narco ha alcanzado niveles que van más allá de lo local«.
El también autor del libro ‘The vulgarity of democracy: political pornography, masculinity and politics in Ecuador’ agrega que si bien hay referencias «centrales de la política y el espectáculo colombianos», muchas de ellas «son reconocidas por ser autoridades, presidentes, ‘influencers’, músicos».
«El narco es la exaltación del sentido individualista del capitalismo tardío, que se exacerba por los vínculos entre economía legal e ilegal», agrega. Por ello, queda evidenciado en las formas que ha tomado más allá de los carteles de la droga «para poner sobre el centro el vínculo histórico entre las economías legales e ilegales, la política y la sociedad«.
Te puede interesar…